martes, 19 de noviembre de 2019

EL PELIGRO DE ESTAR CALLADO


Mientras guardé silencio,
mis huesos se fueron consumiendo por mi gemir de todo el día.
Mi fuerza se fue debilitando como al calor del verano,
porque día y noche tu mano pesaba sobre mí.
Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad.
Me dije: “Voy a confesar mis transgresiones al Señor”,
y tú perdonaste mi maldad y mi pecado.
Salmo 32:3-5

Mucho se ha hablado de las consecuencias de no exteriorizar nuestras emociones, incluso se afirma de las enfermedades producto de callar, resulta que la Palabra de Dios también se refiere al tema y lo confirma, es decir, no es un hallazgo moderno, simplemente no habías leído la fuente original de estas conclusiones. 

En esta ocasión, el salmista habla de lo que sucede en el cuerpo cuando no reconoces que fallaste, tal vez no te guste la palabra pecado por la manera como la tradición te la ha presentado, sin embargo es real, pecar es ignorar lo que Dios dice y tomar decisiones de acuerdo a mi perspectiva limitada y finita y con estas características es imposible hacer siempre lo correcto, entonces, queda claro que vas a fallar, una y otra vez, Dios lo sabe y no por eso te ha cerrado la puerta, al contrario, reconoce tu condición y lo que pide es sinceridad, tratar de esconder tus errores solo agrava el problema.

Cuando quieres vivir a tu manera, desconociendo tus equivocaciones, cuando intentas ignorar lo que Dios dice respecto a tu proceder, hasta tu cuerpo lo siente, realmente tratar de desconocer al Señor tarde o temprano será evidente en cada área de tu vida, hasta en la física.

Sin embargo, hay otra opción y es acercarse a Dios con corazón genuino, que acepta sus errores, que sin omitir detalles, le cuenta al Padre sus defectos, sus desaciertos, no se trata de presumir santidad, se trata de ser completamente veraz, uno esperaría que un papá se molestara mucho cuando su hijo desobedece y realmente Dios se entristece pero no recibe a sus hijos con dedo acusador, por el contrario, tiene un corazón que perdona porque conoce nuestra condición. 

Detente hoy y toma un tiempo para confesarle al Padre tu rebeldía, exprésale cómo le has fallado, Él nunca va a despreciar un corazón sincero, pronto verás como todo tu ser te lo agradecerá, hasta tu cuerpo.




SIN MIEDO

Cuando siento miedo,  pongo en ti mi confianza Salmo 56:3 Aún en medio de las batallas, David seguía alabando a Dios y tenía el tiempo para ...