jueves, 25 de septiembre de 2014

¿CORRER CON PACIENCIA?

Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.
Hebreos 12:1


Pareciera una contradicción correr con paciencia; el verbo correr indefectiblemente nos lleva a pensar en afán, cansancio, estar apresurados, agitados, pero la Palabra de Dios hoy le da otro uso y así un diferente significado para nosotros. Correr con paciencia es hacer todo lo que está en nuestras manos pero dejando el tiempo y los resultados en las manos de Dios. 

Quiere decir que Dios tiene una misión especialmente diseñada para cada uno de nosotros, eso entiendo cuando menciona "la carrera que tenemos por delante", significa que hay un futuro para nosotros, que debemos asumir una actitud frente a los retos venideros, es emocionante saber que no vivimos para sobrevivir, sino que Dios ha diseñado planes para nosotros, no siempre será fácil, habrá etapas que perdamos, tal vez nos caeremos y nos lastimemos las rodillas, sin embargo, tenemos motivos para seguir adelante y es saber que nuestro buen Dios ha diseñado un propósito de vida para nosotros, la decisión es aceptarlo y empezar a vivirlo.

Ahora bien, para correr la carrera es necesario estar livianos, ¿alguna vez le ha tocado correr cuando tiene un montón de paquetes en sus manos y un morral en la espalda? ¿es fácil? ¿avanza ágilmente? No. Lo que nos pesa nos resta fuerza, dinamismo y velocidad, en el plano espiritual y de nuestra relación con Dios es igual, antes de poder avanzar en nuestra relación con Dios y en el cumplimiento de su propósito debemos despojarnos de aquello que nos está impidiendo avanzar, lo pequeño y lo grande, es deshacerse de todo lo que desagrada a Dios, no depender tanto de nuestras emociones, sino del Espíritu Santo.

Quitémonos los zapatos y la ropa incómodos y pongámonos los tenis que pesan menos para empezar a correr con paciencia, veremos como Dios despejará el camino y nos indicará por donde debemos seguir.

martes, 16 de septiembre de 2014

EDIFIQUEMOS A LOS DEMÁS

Los fuertes en la fe debemos apoyar a los débiles, 
en vez de hacer lo que nos agrada.
Cada uno debe agradar al prójimo para su bien, 
con el fin de edificarlo.
Romanos 15:1-2


Muchos de nosotros nos creemos fuertes en la fe, nos vemos como mejores cristianos que las personas cercanas y tal vez lo seamos, pero no debemos quedarnos en nuestra "santidad" sino que debemos apoyar a quienes vemos más débiles en su fe, no tiene sentido seguir engordando nuestro cristianismo sino no hay un proceso de edificación a nuestro prójimo. Apoyar al débil es responder a la agresión con el amor de Jesús, es no pelear con quien maltrata sino entregar perdón aún inmerecido, ese fue el ejemplo de Jesús, Él es mi esperanza, mi aliento en cada actitud y decisión. En la Cruz Jesús no oró por venganza ante la horrorosa e injusta muerte que sufría sino que intercedió por quienes lo mataban, eso es amor por el otro.

Hay algunas maneras prácticas de "apoyar a los débiles", es decir, a quienes consideramos tienen una fe más débil que la nuestra:

  • No es necesario tener discusiones para demostrar que tenemos la razón, en ocasiones es mejor ceder como parte del apoyo de quienes aún no están bien cimentados en el mensaje de salvación de Jesús.
  • A veces es menester hacer demostraciones de amor a otros que les agraden y alegren el día así creamos que no lo merecen.
  • Apoyemos sin importar si estamos o no de acuerdo, tal vez esa palabra de aliento les demuestre que el amor de Dios que vive en nosotros es mayor al orgullo.
  • En cuanto esté en nuestras manos hagamos la vida de los demás más fácil, no compliquemos a quienes tenemos alrededor.
  • Edifiquemos con nuestro testimonio, recordemos que el ejemplo es la mejor manera de predicar, si hablamos del amor e integridad de Jesús pero nuestras vidas son dobles e inestables generamos desconfianza.


miércoles, 10 de septiembre de 2014

ELIJO OBEDECER

Por eso, cumplan todos los mandamientos que hoy les mando, para que sean fuertes y puedan cruzar el Jordán y tomar posesión de la tierra, y para que vivan mucho tiempo en esa tierra que el Señor juró dar a los antepasados de ustedes y a sus descendientes, tierra donde abundan la leche y la miel. 
Deuteronomio 11:8-9

El pueblo de Israel ya había podido ver obras maravillosas hechas por Dios mismo, ya había sido testigo de las consecuencias de la rebeldía y por eso ya podrían estar seguros de que los actos de desobediencia traerían nefastas consecuencias. Así en este versículo el Señor les invita a una obediencia absoluta a los mandamientos que ya les había dado y es claro al definir las consecuencias de una vida rendida a Él.

Dios pide obediencia absoluta y en este versículo les habla de otra ventaja de considerar sus preceptos: los fortalecería para la dificultad, aún hoy, muchos siglos después esto sigue vigente, la fidelidad al Señor me va a preparar para cruzar los “jordanes” de la vida, que no son pocos, pero una vez los atravieso disfruto de la tierra prometida donde fluye leche y miel, es decir una provisión deliciosa que voy a poder disfrutar.

Cuando las pruebas me toman por sorpresa, débil, sin defensas, corro el riesgo de no pasarla o al menos salir más lastimada, por el contrario, la obediencia me fortalece y prepara mi corazón para la bendición venidera, muchas veces nos preguntamos con desconsuelo porqué Dios no concede mi petición si es buena, no hace daño a nadie o haría feliz a muchos, una de las razones puede ser que no estás preparado, aún es necesario formar tu carácter para que la respuesta no te atropelle, no han sido pocas las ocasiones en que los regalos de Dios se convierten en el yugo que lleva a las personas a alejarse de Él, siendo así por lo menos yo prefiero seguir esperando y que Dios responda favorablemente cuando yo esté preparada para recibir su regalo y aún con la respuesta no alejarme de Él.

Dios nos ha dado a elegir, yo elijo la obediencia para alcanzar la bendición. ¿y tú?


martes, 2 de septiembre de 2014

DIOS ES OPORTUNO

Nosotros, colaboradores de Dios, les rogamos que no reciban su gracia en vano.
Porque él dice: 
«En el momento propicio te escuché,  y en el día de salvación te ayudé.»
Les digo que éste es el momento propicio de Dios; ¡hoy es el día de salvación!
2 Corintios 6:1


En ocasiones pensamos que Dios se está demorando demasiado en darnos una respuesta, creemos que tal vez olvidó nuestra petición, que la pasó por alto o que simplemente está retrasado, eso son suposiciones humanas que hacemos basados en nuestras capacidades, olvidando la Soberanía del Señor.

Lo bueno es que tenemos la Palabra de Dios que nos recuerda nuestros errores y a la vez nos da esperanza, hoy encontramos que El Señor es oportuno para escuchar nuestro clamor. Su misericordia no llega tarde, tampoco antes de tiempo. Él ya sabe cuándo y cómo va a responder a nuestra oración, lo mejor es tener paciencia porque Él ya escuchó, el problema es que nosotros no entendemos el tiempo de Dios porque es perfecto y nosotros no lo somos.

Que nosotros estemos quietos y no estemos viendo la obra no significa que Dios esté paralizado o que no le interese, Su trabajo es tan maravilloso y perfecto que sólo hasta que humanamente pueda ser revelado Él espera para no estropear el proceso.

Dios sabía cuándo debíamos conocerlo.
Dios sabía cuando íbamos a abrirle nuestro corazón.
Dios sabe el momento oportuno para recibir la respuesta.
Dios sabe con cuántos asuntos debemos lidiar hoy.

¡Qué lindo saber que Su proceso no se limita a la salvación!


Dios va más allá, Él quiere cumplir nuestros anhelos más profundos, lo importante es descansar en Él y creer sin dudar que va a seguir haciendo la obra en nosotros.  Vivamos el día de hoy como lo que realmente es: un regalo del Señor, una oportunidad para ver su gloria en nuestras vidas, es un día más para disfrutar de su creación y un día menos para recibir respuesta a lo que tanto hemos pedido confiando en que es la mejor respuesta porque Su Voluntad es buena, agradable y perfecta.

SIN MIEDO

Cuando siento miedo,  pongo en ti mi confianza Salmo 56:3 Aún en medio de las batallas, David seguía alabando a Dios y tenía el tiempo para ...