miércoles, 26 de junio de 2019

DECIDE OBEDECER

No me quites de la boca la palabra de verdad, 
pues en tus juicios he puesto mi esperanza.
Por toda la eternidad obedeceré fielmente tu ley.
Viviré con toda libertad, porque he buscado tus preceptos
Salmo 119:43-45

Llenarse de la palabra de verdad solo es posible si te alimentas diariamente de la Palabra de Dios, es en Sus promesas donde debes poner tu confianza, lo que sigue es recorrer el camino de la obediencia pues es esto lo que te dará libertad para pedir respaldo del Señor y te asegura Su presencia en todo lo que emprendas si fielmente sigues los consejos que te da. 

El asunto es si realmente estás dispuesto a hacer un pacto como lo hizo el salmista, en estos versos está asegurando que toma la decisión de anhelar siempre tener palabra de Dios para responder, obedecer a Dios en todo y por siempre; seguro va a fallar, así como tú vas a caer en algún momento; lo relevante es que hay un anhelo sincero en el corazón de andar el sendero que el Señor le ha trazado.

La obediencia trae libertad para vivir como Él quiere que lo hagas, eso será evidente en tu actitud y hasta en tu semblante, se notará el gozo que brota de un corazón que ha decidido escuchar y seguir la voz de Dios, la obediencia redunda en alegría y no se puede ocultar. Sin embargo, para obedecer, debes empezar por escuchar qué se te está mandando, y eso solo es posible si tomas la determinación de cultivar tu relación con el Padre Celestial y convertirla en una prioridad, que tu primera conversación de la mañana sea con Él, que Su Palabra sea el alimento para iniciar cada día. Así lo hizo Jesús y es el ejemplo perfecto de dependencia del Padre. Cuanto más tiempo leas, estudies y medites en Su Palabra, más natural te resultará seguirla.

Si aún no tienes el hábito de leer la Biblia, hoy es un buen día para empezar, con el tiempo verás cuántas cosas tiene Dios preparadas para ti que siempre habías desconocido.



jueves, 13 de junio de 2019

PRIMER PASO: RECONOCER

Lávame de toda mi maldad y límpiame de mi pecado.
Ten compasión de mí, oh Dios, 
conforme a tu gran amor; conforme a tu inmensa bondad, 
borra mis transgresiones. 
Salmo 51:1-2
  
Seguramente no te gusta que te digan que eres pecador, sin embargo, eso no supone que no lo seas; ese disgusto puede ser porque muchas veces se pretenden clasificar los pecados en graves, menos graves, normales o algunas otras categorías que son solo intentos del hombre por justificar sus faltas y agravar las de los demás. La verdad es que pecado es ser indiferente a Dios, ignorar sus preceptos o desobedecerlos.

El primer paso es admitir tu condición humana de debilidad y de tendencia a alejarte de lo que el Señor quiere, en este pasaje David estaba reconociendo su equivocación, finalmente se atrevió a aceptar su fragilidad y con corazón sincero se acercó a Dios para pedir ayudar y apelar a Su misericordia, era lo único que podía hacer luego de haber seguido sus instintos olvidando al Rey; David supo que había hecho lo malo, se había desviado del propósito que se le había dado y ahora, con corazón arrepentido venía a buscar a Dios porque sabía que Él era la única solución.

La confesión es el principio de la restauración que Dios quiere hacer en tu vida, en vano serán tus esfuerzos si no empiezas por analizar tus acciones y exponer, en la presencia del Señor, tus errores. En primer lugar, porque es imposible ocultarle algo al Omnisciente, además, la sinceridad de tu corazón significa que reconoces cuánto lo necesitas y tu incapacidad para manejar tus flaquezas pues tus fuerzas son limitadas.

No te tardes más, el Señor está esperando que hables con total franqueza, no para juicio o condenación sino para responder en Su amor, por eso no hay temor en hablarle de tus desaciertos, estás ante el Padre para clamar por compasión, no nos acercamos al Dios de justicia sino al Dios de misericordia, hoy puedes ir ante Él confiando en Su gran amor que nunca se agota. Nunca faltará Su compasión para un corazón sincero, es así que vas a Él cuando has fallado, con humildad y en medio de la profunda necesidad de Su ayuda porque no hay otra forma para hallar perdón y volver a levantarse.

SIN MIEDO

Cuando siento miedo,  pongo en ti mi confianza Salmo 56:3 Aún en medio de las batallas, David seguía alabando a Dios y tenía el tiempo para ...