miércoles, 21 de agosto de 2013

CORAZONES INCRÉDULOS

Toda la comunidad israelita partió del desierto de Sin por etapas, 
según lo había ordenado el Señor. Acamparon en Refidín,
pero no había allí agua para que bebieran, así que altercaron con Moisés.
—Danos agua para beber —le exigieron.
—¿Por qué pelean conmigo? —se defendió Moisés—. ¿Por qué provocan al Señor?
Éxodo 17:1-2


Ante la sed, el pueblo de Israel dejó ver su descontento y desconfianza fruto de la mala disposición en sus corazones, eso los volvió violentos e impacientes con Moisés, desconociendo que era el escogido de Dios y su representante en ese momento, se notó en sus palabras, en su trato a Moisés, en el lenguaje a Dios, pusieron en duda su presencia y su respaldo, a pesar de que anteriormente habían visto sus milagros y su provisión, cuando llegó la dificultad olvidaron lo que el Señor había hecho por ellos en otros momentos difíciles y asumieron una actitud de queja que evidenciaba lo incrédulos que seguían siendo, es porque el corazón del hombre nunca se va a cansar de recibir, somos tan dependientes de lo que nuestros ojos ven, que cuando no vemos, nos desesperamos, ¡cuánto nos falta para aprender a vivir por fe!

La incredulidad hace que yo dude de la presencia de Dios en mi vida todos los días, de su Providencia, no reconozco que Él es Soberano en todo lo que vivo y olvido las promesas que me ha dado, si Dios les dijo que los llevaría a la Tierra Prometida, así sería, independiente de las dificultades, ellos llegarían porque Dios lo había prometido, las pruebas no me pueden llevar a dudar de la provisión de Dios, es allí donde más debo seguir creyendo, eso me fortalecerá para atravesar el desierto y no dejarme abatir por la sed.

Evidencias de un corazón incrédulo: Altanería, impaciencia, violencia, hablar con tono de pelea, queja y renegadera.

Piensa qué actitudes de estas son tu constante, cuáles de ellas te describen, pídele perdón a Dios por eso y decide cambiarlas por actitudes de fe.

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