No se
angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí.
En el
hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así,
ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a
prepararles un lugar.
Juan
14: 1 – 2
Jesús
sabe que la angustia en ocasiones nos toca el corazón, Él sabe que tenemos días
difíciles, de zozobra, de aflicción, de inquietud, por eso nos habla sobre este
sentimiento, porque como humano conoció las emociones que tantas veces llegan y
logran dominarnos, la diferencia con Jesús es que no dejó que sus sentimientos
gobernaran su vida, por el contrario, sujetó su humanidad, ese es el ejemplo,
esa es la esperanza, saber que el Hijo de Dios me entiende, por eso hoy nos
invita a confiar en Él, a no sentirnos abandonados.
Por
otra parte, ¿Algún día habías pensado que Jesús está arreglando su casa porque
te está esperando? ¡Súper! ¡Dios me está esperando!; cuando alguien anuncia
visita en casa tratamos de organizarla, de preparar la mejor vajilla, una
comida diferente, poner la mesa de manera especial, nos arreglamos porque
estamos esperando a alguien importante para nosotros y queremos atenderlo de la
mejor manera, pues Jesús está esperándote, tu llegada no le va a tomar por
sorpresa porque sabe que vas y no hablo sólo del momento de la muerte, creo que
desde ya Jesús tiene preparado un lugar en su casa para ti, no lo dejes con
todo listo, no dejes su comida servida, atiende hoy su invitación, visita su
casa, habla con Él, cuéntale todas tus expectativas y déjate sorprender por
todo lo que ha dispuesto para cuando lo busques, aparta un tiempo para orar y
estar en su presencia, busca su Palabra, léela, medita en ella, esa es la
manera de habitar con Él, no se necesitan métodos rebuscados, hablar con Jesús
simplemente se consigue cuando abres tu boca y le pides que venga a habitar en
tu corazón.
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