Señor, hazme conocer tus caminos; muéstrame tus
sendas.
Encamíname en tu
verdad, ¡enséñame! Tú eres mi Dios y Salvador;
¡en ti pongo mi
esperanza todo el día!
Salmo 25:4-5
Hoy tengo un pensamiento que
ronda mi cabeza y me lleva a tomar una decisión: ante la adversidad lo mejor es
levantar mi alma a Dios porque acá abajo no hay mucho que ver, no se trata de
un conformismo mediocre, por el contrario, es una declaración de fe y
esperanza, lo mejor entonces es confiar en Dios y entregarle, una vez más, mi
vida. ¿Qué importa cuántas veces lo he hecho? Nuevamente le digo que me tome de
su mano, me permita conocer sus caminos, me muestre su senda, me encamine en su
verdad y me enseñe, hoy vuelvo a decirle: Dios tú eres mi esperanza para toda
la vida.
En vez de quejarme, creo.
En vez de mirar el problema, miro
a Dios.
En vez de considerar lo que las
personas dicen, recuerdo las promesas del Señor.
En vez de alejarme de Jesús,
busco pasar tiempo con Él.
En vez del letargo de la pereza,
decido servir.
En este transitar mi oración hoy es:
Dios hazme conocer tu camino, un camino que lleva a la plenitud. Hay carreteras
en mi país que están en muy mal estado, pero el destino es hermoso y cuando
llegamos podemos decir, valió la pena el viaje, igual con Dios, el camino
parece incómodo pero siempre con Dios lo mejor está por venir. Que el Señor nos
muestre su senda, una senda que es perfecta aunque hoy parezca carretera
destapada, me concentro en que Dios tiene la visual total, amplia, Él es
Soberano y tiene la perspectiva y metas correctas para mi vida y para las
personas que amo, así que mi futuro no me preocupa porque está en las mejores
manos.
En Dios pongo mi esperanza no
sólo todo el día, sino todos los días de mi vida.
Si hoy es un día de desánimo, te
invito a volver a leer el versículo y declarar por fe que confías en el
Señor, toma la decisión de andar en obediencia, esa debería ser tu única
preocupación, Dios se encargará de lo demás.
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