viernes, 8 de agosto de 2014

EL PELIGRO DE CRUZARSE DE BRAZOS

Pasé por el campo del perezoso, por la viña del falto de juicio.
Había espinas por todas partes; la hierba cubría el terreno,
y el lindero de piedras estaba en ruinas. 
Guardé en mi corazón lo observado, y de lo visto saqué una lección: 
Un corto sueño, una breve siesta, 
un pequeño descanso, cruzado de brazos... 
¡y te asaltará la pobreza como un bandido, 
y la escasez, como un hombre armado!
Proverbios 24:30-34

La uva es bastante importante en el proceso vinícola pues es la materia prima del mismo, por lo tanto su cultivo merece toda la atención y cuidado para lograr una bebida de excelente calidad, hay consideraciones tan importantes como la separación entre las líneas de cultivo pues tener plantas muy cerca puede producir frutos y racimos más pequeños, por eso quien cultiva debe estar pendiente de cada detalle; no descuidar la poda para controlar otras especies que pudieran crecer y dañar la cosecha. 

Dios utilizó la agricultura para darnos excelente ejemplos e instrucciones para nuestra vida, en el pasaje de hoy habló de las uvas, de los viñedos para explicarnos lo peligroso de la pereza. El protagonista hoy es el perezoso o, como lo llaman aquí, el falto de juicio, su viñedo estaba descuidado, el terreno había sido abandonado, este campo estaba a merced de la naturaleza porque su dueño no le dedicaba el tiempo necesario, tal vez lo que hizo fue plantar la semilla y se limitó a esperar la cosecha sin querer invertir ni tiempo ni recursos, por lo que leemos no fue mucho el tiempo de descuido, fue un pequeño descanso, bastó cruzar los brazos y llegó la ruina y la escasez.

Lo mismo sucede en nuestras vidas, en muchas ocasiones no valoramos los proyectos que Dios nos ha entregado para emprender, tratamos nuestro empleo o estudio con pereza y desidia; la cosecha de grandes frutos requiere esfuerzo, tiempo y dedicación, hoy día queremos tenerlo todo rápido, fácil, sin mucho trabajo, hay una pereza generalizada, la pujanza que otrora nos caracterizó parece haberse esfumado con la llegada de la postmodernidad; por eso el llamado de Dios a mantenernos alerta con la pereza, cuidado con las siestas, no hablo de aquellos momentos que sirven para recargar baterías, sino de las que nos empiezan a sumergir en un letargo del que ya no queremos levantarnos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

SIN MIEDO

Cuando siento miedo,  pongo en ti mi confianza Salmo 56:3 Aún en medio de las batallas, David seguía alabando a Dios y tenía el tiempo para ...