no seré humillado.
Por eso endurecí mi rostro como el pedernal,
y sé que no seré avergonzado.
Isaías 50:7
El Señor siempre va a estar dispuesto a ayudar, Él es amor, apoyo, bondad, no puede hacer lo contrario porque sería ir en contra de su naturaleza, sin embargo uno de los mayores cuestionamientos que recibe el cristiano es ¿porqué Dios permite el dolor a quien cree en Él, le sigue y le sirve? Son variadas las respuesta pero hoy me limito a lo expuesto en el versículo, el dolor tiene el propósito divino de fortalecer, templar el carácter, endurecer, entiéndase acá endurecer como la capacidad para ser más aguerrido y no como insensibilidad. Si todo saliera como se planea se corre un alto riesgo a convertirse en alguien soberbio y no es eso lo que Dios quiere para sus hijos.
Luego de pasar una prueba el carácter debe estar más firme, si no, tristemente no habrá servido y será necesario un segundo proceso, es como repetir el año escolar. Pero cuando atravieso el desierto de la mano de mi Señor, confío en Su Palabra, creo absolutamente en su presencia y espero su respuesta entonces puedo tener un rostro endurecido que no lo amilana ninguna circunstancia, es ahí donde podré ver el respaldo del Señor, un respaldo fruto de la confianza en quien todo lo puede.
Recuerda que el Señor consuela en medio de la aflicción y alivia el cansancio, la clave está en confiar independiente de lo que vivo, fe es estar seguro del respaldo de Dios, no para satisfacer caprichos sino para respaldar mi confianza en su buena, agradable y perfecta voluntad.
Esta semana mira de frente tu dificultad y con tu rostro endurecido recuérdale que Dios no te dejará avergonzado.
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