Así se convirtió en el Salvador de todas sus angustias.
Él mismo los salvó; no envió un emisario ni un ángel.
En su amor y misericordia los rescató;
los levantó y los llevó en sus brazos como en los tiempos de antaño.
Isaías 63:8-9
Cuando reconoces que Dios es Señor y Salvador no sólo estás asegurando tu vida eterna sino que te conviertes en su hijo, un hijo que Él ama profundamente porque conoce todo lo que hasta el día de hoy has vivido, Dios es realmente grande y poderoso para salvarte de todas tus angustias, la palabra todas implica que no hay nada fuera de su alcance, no hay problema tan grande que se salga de las manos de Dios, de hecho la salvación de tu alma no le quedó grande y por la importancia de tal tarea lo hizo personalmente, no envió un emisario ni un ángel, se hizo Hombre para venir a la Tierra a darnos vida eterna y a pagar el precio de nuestro pecado.
¡Cuánto amor para dejar su Trono!
¡Cuánta misericordia por su pueblo perdido!
Es precisamente eso amor y misericordia lo que mueve el corazón de Dios, Jesús vino a rescatarte porque sabía que solo no podrías, vino a dar su vida para reconciliarte con el Padre y que pudieras disfrutar de una relación de amor, de ternura, de disciplina para beneficio de tu alma.
Cuando caigas, cuando sientes desfallecer, cuando las fuerzas se han mermado recuerda este versículo Dios te levanta, te lleva en sus brazos, ya lo ha hecho antes, sus pies no se cansan, su espalda soporta tu peso, solo pídele que te ayude porque humanamente estás agotado, no insistas en vivir a tu manera, eso lo único que hace es prolongar el dolor, Dios ya te ha recibido, si te has alejado, hoy es un buen día para recordar las bendiciones que el Señor te ha dado y convencerse de que vienen tiempos mejores con el Señor, tiempos de la manifestación de su amor y misericordia en tu vida.