A su paso,
Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento.
Y sus discípulos le preguntaron:
—Rabí, para que este hombre haya
nacido ciego, ¿quién pecó, él o sus padres?
—Ni él pecó,
ni sus padres —respondió Jesús—,
sino que
esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida.
Juan 9:1-3
Este pasaje corresponde a la sanidad de un ciego de
nacimiento (Juan 9:1-12); Jesús se encuentra al que no puede ver, este hombre era
mendigo (v. 8), es decir no era productivo para la sociedad y mas bien era una
carga. Para este momento ya Jesús estaba siendo perseguido pero su amor al
prójimo y su sensibilidad a la necesidad del otro lo hicieron detenerse a ver a
este invidente. Como bien lo detalla el pasaje su ceguera era de nacimiento,
esto lo dejaba sin esperanzas en absoluto, era algo innato, nunca había visto,
tal vez nunca pensó en que había posibilidad para él, ¿te has sentido así?, sin
esperanzas, a oscuras y no ves más allá de las tinieblas que en tu vida
existen.
Los discípulos hicieron la pregunta que muchas veces la
gente hace, consideraban ellos que su condición era producto del pecado, con
ligereza se escuchan comentarios cuando alguien atraviesa un momento difícil y
cuando es un creyente de manera insensata agregan ¿si cree en Dios porqué le
está pasando eso? Pero Jesús siempre tiene la respuesta, no hay interrogante
que lo neutralice, lo debilite o lo haga dudar, por el contrario cada momento
es una oportunidad para que el Señor manifieste su
Poder, su Gloria y su Amor eternos.
La
enfermedad del ciego era la oportunidad para que Dios manifestara su Poder, donde el hombre vio
pecado y desesperanza, Jesús vio la Gloria del Padre, aquello que había
dominado al ciego era lo que iba a usar Dios para mostrar una vez más su Obra.
No desprecies la dificultad que hoy estás viviendo, no reniegues de tu
condición, no menosprecies tus problemas, no te desanimes por tus enfermedades
porque justo ahí es donde Dios va a obrar, si todo saliera bien tal vez no
sentirías la necesidad de rendirte al Señor y si aún no crees en Él puede ser
la situación que te haga pensar en su innegable existencia.
La
reflexión es que el dolor siempre tendrá un propósito, diferente en cada uno, pero
nunca será en vano, el dolor puede servir para:
®
Conducir las
almas a Cristo: Hay personas que llegan a aceptar a Jesús como Señor y Salvador
sólo en medio de los procesos difíciles
®
Disciplinar a los creyentes: En ocasiones los
problemas te recuerdan la necesidad absoluta que tienes de Dios
®
Purificar a
los buenos cristianos: Tal vez estás convencido de seguir a Cristo pero aún tu
carácter debe ser descontaminado de aquellas actitudes que no le agradan a Dios.
Si estás viviendo un
proceso complicado ¡alégrate, El Señor está contigo!
Él no va a dejar que
esta situación en tu vida sea en vano.
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