que muchas riquezas con grandes angustias.
Más vale comer verduras sazonadas con amor
que un festín de carne sazonado con odio.
Proverbios 15:16-17
La mayoría de las personas no se definen como materialistas, sería raro escuchar a alguien que se describa como codicioso, interesado o ambicioso, por el contrario, todo el mundo quisiera dar la apariencia de sencillez y hasta altruismo; incluso cuando entrevistan a alguien famoso pareciera que hubiera un interés por mostrar que son personas muy normales, humildes y que pudieran compartir con cualquier persona sin importar clase social o posesiones.
Sin embargo, poco a poco la gente siempre busca tener más, por eso ahora asuntos como la maternidad se posponen porque la idea es asegurarle un bienestar económico al posible hijo, no es suficiente un pregrado, hay que hacer especializaciones, doctorados y todo lo que garantice mejores ingresos, el carro debe cambiarse cada cierto tiempo, el clóset debe ser constantemente renovado y así, casi sin darse cuenta, lo material ocupa el lugar más grande del corazón.
Pero cuando vamos a la Palabra de Dios vemos otro panorama, es otro el parámetro; la felicidad no se mide por las cuentas bancarias ni por lo que hay en el bolsillo, se mide en el placer por disfrutar de lo sencillo mientras haya un corazón con gozo y con la absoluta disposición para obedecer por completo a Dios. Los grandes manjares no son necesarios si tienes una familia con quien compartir una comida por simple que parezca. Las mansiones no te quitan el sueño porque llegas a casa y tienes quien te pregunte cómo estuvo tu día. Agradece a Dios por tu vida, por tu sueldo, por tu familia, por tu comida, si la situación económica no está fácil entonces sigue dependiendo de Dios y resuelto a seguirlo sin importar lo difícil que pueda ser, seguro sientes que nadas contra la corriente pero mientras tengas temor de Dios, ese profundo deseo de no decepcionarlo, puedes estar seguro de que Él llenará tu corazón de gozo y proveerá lo que necesitas.
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