Lávame de toda mi maldad y límpiame de mi
pecado.
Ten compasión de mí, oh
Dios,
conforme a tu gran amor; conforme
a tu inmensa bondad,
borra mis
transgresiones.
Salmo
51:1-2
Seguramente no te gusta que te digan que eres pecador, sin embargo,
eso no supone que no lo seas; ese disgusto puede ser porque muchas veces se
pretenden clasificar los pecados en graves, menos graves, normales o algunas
otras categorías que son solo intentos del hombre por justificar sus faltas y
agravar las de los demás. La verdad es que pecado es ser indiferente a Dios, ignorar
sus preceptos o desobedecerlos.
El primer paso es admitir tu condición humana de debilidad y
de tendencia a alejarte de lo que el Señor quiere, en este pasaje David estaba
reconociendo su equivocación, finalmente se atrevió a aceptar su fragilidad y con
corazón sincero se acercó a Dios para pedir ayudar y apelar a Su misericordia,
era lo único que podía hacer luego de haber seguido sus instintos olvidando al
Rey; David supo que había hecho lo malo, se había desviado del propósito que se
le había dado y ahora, con corazón arrepentido venía a buscar a Dios porque
sabía que Él era la única solución.
La confesión es el principio de la restauración que Dios
quiere hacer en tu vida, en vano serán tus esfuerzos si no empiezas por analizar
tus acciones y exponer, en la presencia del Señor, tus errores. En primer
lugar, porque es imposible ocultarle algo al Omnisciente, además, la sinceridad
de tu corazón significa que reconoces cuánto lo necesitas y tu incapacidad para
manejar tus flaquezas pues tus fuerzas son limitadas.
No te tardes más, el Señor está esperando que hables con
total franqueza, no para juicio o condenación sino para responder en Su amor,
por eso no hay temor en hablarle de tus desaciertos, estás ante el Padre para
clamar por compasión, no nos acercamos al Dios de justicia sino al Dios de misericordia,
hoy puedes ir ante Él confiando en Su gran amor que nunca se agota. Nunca
faltará Su compasión para un corazón sincero, es así que vas a Él cuando has fallado,
con humildad y en medio de la profunda necesidad de Su ayuda porque no hay otra
forma para hallar perdón y volver a levantarse.
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