Ante Él expongo mis quejas;
ante Él expreso mis angustias.Salmo 142:2
Cuando a un niño se le dice que es pone-quejas no es un halago, por el contrario, es un defecto porque se le ve como incapaz de arreglárselas por sí solo, es una señal de debilidad, siempre se le pone quejas a alguien mayor. Frente a tantas dificultades y momentos angustiosos en nuestra vida tenemos a quien ponerle quejas, a quien es superior para ayudarnos, ponemos quejas cuando no somos capaces de enfrentarnos al enemigo y así deberíamos pensar sobre lo que nos sucede, hay situaciones que no podemos manejar y la solución no es quedarnos así no más, debemos tomar acción y en ocasiones la única acción es acudir a Dios y exponer todo lo que nos sucede, expresarle toda nuestra angustia.
Muchas veces hacemos de las personas botes de basura
quejándonos, demandando, exigiendo, perdemos tiempo para amarlos y sólo nos
concentramos en nuestras exigencias, esto es absolutamente inútil porque
nuestros seres queridos no puede ayudarnos simplemente porque son humanos,
finitos, limitados como nosotros, en adelante antes de hablar con alguien sobre
tus dificultades exponlas delante del Señor y exprésale a Él tu angustia, en Él
vas a hallar reposo, paz y seguramente respuesta, luego, con más tranquilidad
puedes hablar con alguien más del asunto para que te apoye en oración, ese es
el derecho, así funciona mejor, entre otras porque luego de hablar con Dios va
a salir mucho dolor y resentimiento para que no contaminemos a los demás.
Existe cierta creencia a pensar que Dios no está interesado
en nuestros problemas cotidianos, que únicamente podemos pedirle por esos
milagros extraordinarios o por circunstancias serias de la vida, eso no es lo
que dice su Palabra, por el contrario, Él está esperando total sinceridad de
parte nuestra, absoluta confianza y fe para creer que cada vez que le hablo Él
me escucha.