Esperamos confiados en el Señor; Él es nuestro
socorro y nuestro escudo.
En él se regocija nuestro
corazón, porque confiamos en su santo nombre.
Que tu gran amor, Señor, nos acompañe, tal como lo esperamos de ti.
Que tu gran amor, Señor, nos acompañe, tal como lo esperamos de ti.
Salmo 33:20-23
El regocijo a menudo está asociado con lo bueno que tenemos o nos pasa,
es tener el ánimo alegre, casi nunca asociamos el gozo a situaciones adversas,
pareciera que dificultad y felicidad no pudieran vivir bajo el mismo techo, sin
embargo, el gozo del que nos habla la Palabra de Dios no tiene nada que ver con
la comodidad momentánea, la ausencia de problemas ni con la posesión de todo lo
deseado.
Gozo, a la manera de Dios es estar seguros de que el Señor está al
control de cada detalle de mi vida, es vivir confiados porque independiente de
las circunstancias, Papito Dios está con nosotros, es esperar sin ansiedad, es
confiar aunque el momento sea difícil.
Si estamos seguros de que Dios es nuestro socorro y nuestro escudo,
entonces ¿porqué temer? Nuestra felicidad no está limitada a lo bueno que
podemos estar pasándola, sino a nuestra certeza de la presencia del Señor en
cada una de las situciones que podemos estar viviendo, gozo es tomar la
decisión de estar bien por la seguridad que nos da el confiar en la presencia
de Dios en nuestras vidas.
Una de las evidencias de tener un corazón gozoso es la alabanza a Dios
sin importar las circunstancias, es reconocer su grandeza, no porque estemos
bien, sino porque Él es Dios, es tener momentos de intimidad, más que de queja,
es hablar con Él no sólo para pedir, sino para decirle lo mucho que lo amamos.
Gozo es esperar sin ansiedad el tiempo de Dios para responder a nuestra
súplica, es tener un corazón tranquilo y confiado en que la voluntad del Señor
para nosotros siempre será la mejor, es no desesperarme porque Dios nunca llega
tarde, es no sentirnos solos porque el amor del Señor siempre nos acompaña.
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