...Y enojado, su señor lo entregó a los carceleros para que lo torturaran hasta que pagara todo lo que debía. Así también mi Padre celestial los tratará a ustedes, a menos que cada uno perdone de corazón a su hermano.
Mateo 18:34-35
En Mateo 18:21-35 se relata la Parábola del siervo despiadado a quien se le perdonó una gran deuda pero que luego no perdonó a quien le debía mucho menos, es triste ver que no fue capaz de dar la misericordia que si recibió, la enseñanza es que Dios no pide algo que previamente no haya dado, por el contrario, el Señor demanda aquello de lo que ha entregado de sobra, en este caso, el perdón.
Se podría decir que este hombre fue un descarado, un desconsiderado, un abusivo, pero no es diferente a lo que muchos hacen, han pedido perdón a Dios por sus pecados y lo han recibido, sin embargo les cuesta perdonar, les cuesta entender las faltas del otro, les cuesta tratar con misericordia a quien se equivoca.
Ante la ofensa se pueden tener muchas reacciones, sin embargo lo normal sería dar de lo que hemos recibido de parte de Dios, esto es perdón, reconciliación y la intención de ayudar a quien se está equivocado, pero lo normal es atender la ofensa con recriminaciones, reclamos, insultos y exigencias de derechos, contrario a lo que nuestro Buen Padre nos da cuando pedimos perdón.
Cada vez que te ofendan recuerda que Dios ya te ha perdonado, aún antes de que te pidan perdón decide perdonar, esto hace tu caminar más liviano, libre de cargas y resentimientos, no olvides que el Señor acepta tu arrepentimiento y eso te hace una persona perdonadora en potencia.
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