Hebreos 12:14-15
Hay consejos que realmente pueden cambiar nuestra vida si realmente los escuchamos y lo que la Palabra de Dios nos dice hoy tiene un gran impacto no solo en nosotros, sino en la vida de quienes nos rodean, la idea no es ser mundos perfectos aislados sino buscar la paz con quienes tenemos cerca, mientras esté en nuestras manos hagamos la paz con todos, si es necesario pidamos perdón, perdonemos, dialoguemos, no demos por hecho, renunciemos a nuestro derecho al enojo y en ocasiones tendremos que pasar por alto la ofensa.
El rencor es un dañino sentimiento que constituye la semilla para la amargura, su fruto es agrio, no ofrece deleite ni el más mínimo gusto, por el contrario, lleva a la soledad, a que todo el mundo nos evite, a que lastimemos a quienes más nos aman, a dañar a nuestras generaciones venideras y muchas consecuencias más que no alcanzamos a dimensionar, además no solo complica nuestras relaciones interpersonales sino que también estorba nuestro caminar con Dios, un corazón amargado no podrá disfrutar de la gracia que Él ofrece porque no está interesado, la amargura nos aleja de la presencia del Señor
Observemos una persona amargada y notaremos que considera que, pese a que se cree autosuficiente e independiente, en realidad tiene profundos sentimientos de soledad, siempre se cree incomprendido porque simplemente está convencida de que no hay nada ni nadie que pueda hacerla feliz, ni siquiera el Señor, siempre estará pendiente del error ajeno y le molestará la felicidad del otro, vivirá pendiente de lo que no tiene o no ha alcanzado y no agradece lo que ha conseguido, le será más fácil ver cualquier posibilidad negativa en cualquier escenario y hará lo posible para contagiar de su amargura a quienes se encuentran cerca.
Si te has dado cuenta que eres amargad@ pídele al Señor que a través de su Espíritu Santo llene tu corazón de gozo y aprende a dar gracias por las bendiciones que hasta hoy has recibido.
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