miércoles, 16 de septiembre de 2015

APRENDE A HABLAR

De una misma boca salen bendición y maldición. 
Hermanos míos, esto no debe ser así.
¿Puede acaso brotar de una misma fuente agua dulce y agua salada? 
Santiago 3:10-11


No es coherente que uses tu boca para bendecir, para orar a Dios, para decir que crees en Jesús y también para criticar, renegar y ofender, eso no tiene sentido. 

El agua del mar es salada en cambio el agua de los ríos dulce, así de simple, es o no es, no hay una fuente de agua donde vengan mezclados ambos sabores, así también de la fuente de nuestra boca deben salir sólo bendiciones, eso es ser consecuente con tus creencias.

Si dices que tienes fe no es posible que te quejes de las situaciones difíciles que vives. Si le dices a la gente Dios te bendiga no deberías participar de los chismes en contra de tus compañer@s de trabajo.

Además, ten en cuenta que tus palabras siempre van a determinar finalmente dónde irás, considera cada frase que vas a pronunciar porque tarde o temprano sufrirás las consecuencias de lo que has dicho. Sería bueno pensar mejor antes de hablar, eso evitará que la mayoría de las veces hables y te quedes pensando ¿por qué dije eso?

Si eres de las personas que usualmente usa las siguientes expresiones piensa de ahora en adelante que Dios te dio la boca para bien-decir:
  • Estoy salad@
  • Soy muy de malas
  • ¡Qué pereza este calor! ¡Qué pereza este frío!
  • No es por juzgar pero tal persona...
  • Te cuento una cosa pero no es para sostener
  • ¡Eso está de ataque!
  • ¡Me mataste con eso!
  • Soy tan bob@
Puede parecer un chiste pero nuestra boca tiene mejores usos, aprende a utilizar el arma poderosa que Dios te dio para declarar su Poder y cambiar tu mundo.



Quien puede controlar su lengua tendrá dominio propio para controlar todo su cuerpo.





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