viernes, 9 de octubre de 2015

MANUAL DE VIDA

La ley del Señor es perfecta:
infunde nuevo aliento.
El mandato del Señor es digno de confianza:
da sabiduría al sencillo.
Los preceptos del Señor son rectos:
traen alegría al corazón.
El mandamiento del Señor es claro:
da luz a los ojos.

Salmo 19:7-8

Cuando compras un aparato nuevo recibes también el respectivo manual y por lo general lo ignoras y prefieres aprender a manejarlo de manera empírica o pidiendo ayuda a quien ya lo tiene, es absurdo porque nadie mejor que el fabricante conoce el funcionamiento y propiedades del aparato, sin embargo no lo desempacas, simplemente lo dejas en la caja y procedes a estrenar la nueva adquisición, un día el aparato se daña y buscando al técnico te dicen... ahhh es que no se le puede hacer esto o aquello, mire que en el manual dice... y ahí recuerdas que nunca leíste el manual, no lo viste necesario pero lo era.

Lo mismo sucede en tu vida, estás ignorando la Palabra de Dios, no la estás leyendo, no te estás exponiendo a ella, no la estás compartiendo, por eso a veces no sabes como manejar tu vida, no eres capaz de tomar decisiones, te equivocas en lo obvio porque tu fuente no está siendo la verdadera Fuente, ¿quién te conoce mejor que quien te creó? ¿entonces porqué no lo buscas?

Mira lo que dice el verso de hoy, esta ley es perfecta para darte aliento cuando lo has perdido, te da confianza porque todos tus pasos los das consultando al Señor, no habrá temor porque sabes que Dios te respalda, traen tranquilidad al corazón porque son verdaderos, la Palabra de Dios alumbra tus ojos aún en la más tenebrosa oscuridad, como vas a saber lo que el Señor dice de ti si no estás leyendo su Palabra, entonces crees en lo que piensas de ti o en lo que otros consideran que eres pero no en la Verdad, sólo quien te hizo te conoce por completo.

La Palabra de Dios es perfecta y convierte un alma amargada, triste, desmotivada en un corazón lleno de gozo que no se altera cuando las cosas no salen bien, da sabiduría para manejar el día a día y no enredarte con lo cotidiano.

Cuando no sepas qué hacer pregúntale a tu Creador, seguro su Palabra tendrá la respuesta.

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