David dedicó al Señor la letra de esta canción
cuando el Señor lo libró de Saúl
y de todos sus enemigos. Dijo así:
«El Señor es mi
roca, mi amparo, mi libertador;
es mi Dios, el peñasco
en que me refugio.
Es mi escudo, el poder
que me salva,
¡mi
más alto escondite! Él es mi protector y mi salvador.
¡Tú me salvaste de la violencia!
2 Samuel 22:1-3
David estaba feliz
por la victoria que el Señor le había dado y su actitud fue de alabanza al
Señor, este rey reconocía que la victoria no se había dado por su fuerza,
porque fuera un buen militar, por su inteligencia sino porque el Señor era
quien ganaba por él, muchas veces oras en medio de una situación complicada y
recibes respuesta pero olvidas dar las gracias a quien actuó a tu favor,
olvidas decirle gracias a Dios y simplemente piensas que has salido bien porque
eres muy inteligente en tus decisiones o porque eres muy de buenas. David tenía
claro que el Señor era su roca, la roca firme que no le permitía resbalar, que
Dios era amparo en medio de las dificultades, que era su libertador cuando
parecía que sus enemigos le quitaran la libertad.
Es real, Dios es
refugio para quienes viven batallas que parecen imposibles de ganar, cuando ya
no quedan fuerzas, cuando te sientes incapaz de seguir peleando, papá Dios es
tu escudo protector y el poder que te salva, si estás en medio de una gran
pelea clama al Señor por su poder y si ya has ganado dobla tus rodillas y dale
las gracias. Sólo Dios tiene el poder para enfrentar lo que estás viviendo y
sólo Él merece la honra por las veces que has ganado.
El
Señor es confiable, es escudo protector, es quien no deja que te hagan daño,
sólo Él escucha tu clamor y responde porque tiene poder para salvar, vale la
pena entregar todas tus peticiones a quien creó todo de la nada, a quien salva
de las muchas aguas, a quien reconoce y bendice las obras de sus hijos, a quien
salva a los afligidos, Él alumbra tus tinieblas, te da firmeza para que en
medio de las alturas permanezcas firme, siempre está dispuesto a despejar tu
camino y es quien puede librarte cuando el violento quiera atacar.
¡Entrega tus batallas al Señor
y no olvides alabarlo cuando te de la victoria!
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