Adonías, el hijo que David había tenido con Haguit, era un
joven bien parecido. Había nacido poco después que su hermano Absalón. David
nunca había corregido a Adonías ni le había preguntado por qué hacía esto o
aquello. Y así, Adonías comenzó a presumir de que él sería el próximo rey de
Israel. Preparó carros de combate, soldados de caballería y cincuenta
guardaespaldas que lo protegieran. Además, buscó el apoyo del sacerdote Abiatar
y de Joab, que era el jefe del ejército, e hizo un trato con ellos. La madre de
Joab se llamaba Seruiá.
1 Reyes 1:5-7
La
verdad escribir sobre el tema es un tanto incómodo en especial porque no todos los lectores son padres o madres, pero es necesario, tal vez no lo son pero son hijos así
que vale la pena.
El rey
David estaba próximo a morir, todos lo sabían y lo obvio era que llegara alguno
de sus hijos a sucederlo, Adonías no esperó que le hicieran el ofrecimiento
sino que por su cuenta organizo su ascenso. Su vanidad le hizo
pensar que era merecedor de tal honor, era un muchacho apuesto, según nos dice
la Palabra de Dios, tal vez por eso en parte creyó que lo haría muy bien, sin
embargo, hay un detalle más adelante que puede ser la respuesta a lo inflado
del orgullo de este muchachito: David nunca había corregido a Adonías ni le había preguntado por qué
hacía esto o aquello.
¿Cómo? ¡Su papá nunca lo corrigió!
Nunca le puso límites, nunca le demandó
explicación por sus comportamientos, lo complejo del asunto es que con
preocupación esos padres abundan, ahora estamos frente a la crianza de niños
sin disciplina, sin normas, sin tolerancia a la frustración porque muchos papás
están diciéndole hoy a sus hijos, tácitamente, que todo lo merecen, que todo
les es permitido, que no hay normas que cumplir, parece inofensivo darle a un
niño lo que pide, finalmente es un niño y no es hora de amargarle la vida.
¡Grave error! El mensaje que están sembrando es
que siempre en su vida obtendrán lo que quieran a cualquier costo, que con
pataletas podrán lograr sus objetivos, que no es necesario obedecer a las
autoridades, que las normas existen para incumplirlas, que nadie tiene porqué
mandarlos. No es exageración, es en los primeros años que se puede formar el
carácter de quienes un día serán adultos, hay que educarlos pensando que en el
futuro estarán sin sus papás, un niño mimado sufre mucho porque tarde o temprano
va a encontrarse con la realidad y es que por fuera del hogar el no es un rey.
La disciplina con amor no hace daño, por el
contrario, enriquece, hace mejores personas, forma seres humanos con carácter
firme pero con la humildad de someterse, hombres y mujeres recursivos que valoran lo que
consiguen con esfuerzo, que un día van a poder tener cargos de dirección y
liderazgo porque ellos mismos aprendieron el valor de la autoridad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario