jueves, 4 de febrero de 2016

ERES BARRO, NO TE PORTES COMO ALFARERO



¡Ay del que contiende con su Hacedor!

¡Ay del que no es más que un tiesto entre los tiestos de la tierra!

¿Acaso el barro le reclama al alfarero:

«¡Fíjate en lo que haces!

¡Tu vasija no tiene agarraderas!»?

Isaías 45:9

 

Parece fuerte el versículo de hoy, sin embargo es lo que a muchas personas se les debería decir porque tienen un concepto tan elevado de sí mismos que intentan corregir a Dios, se quejan por las circunstancias de sus vidas, reniegan de su aspecto físico como si el Señor se hubiera equivocado, desprecian a sus padres y/o a sus hijos por sus errores sin entender que fue el Creador quien les dio vida y en general, están en constante desacuerdo con la voluntad divina.

Cuando un alfarero decide hacer una pieza, toma el barro y primero tiene que ablandarlo de lo contrario, no lo puede manipular, luego lo limpia, lo empieza a moldear y por último lo hornea para obtener una linda y única pieza de alfarería.

Ahora haz un paralelo con este proceso y la obra del Señor en tu vida, tal vez ya te ha tomado en sus manos como al barro, sin embargo estás endurecido por tu pecado y porque llevas mucho tiempo intentando vivir a tu manera y sin depender de Él.

Antes de empezar a darte una hermosa forma el te va a limpiar de tus errores, de tus amarguras, de tus resentimientos y así va a ser más fácil moldearte para que cada día te parezca más a Jesús, lleno de amor y gracia para un mundo que necesita de Él.

Pero a veces, cuando la pieza ya está moldeada, el alfarero decide destruirla y empezar a darle forma nuevamente, no es porque desprecie el barro porque este mismo barro lo va a volver a usar, es porque quiero verlo más hermoso. Como si fuera poco, ahora el barro va al horno, donde alcanza altas temperaturas que lo vuelven resistente, en ocasiones requieren varias sesiones de horneado para obtener ciertos detalles de decoración. Así que si el dolor está alcanzando niveles mayores, tal vez estés en la última etapa, estás próximo a convertirte en esa singular pieza que Dios espera que seas.

Dios no se está equivocando con tu vida, piensa si el Alfarero te está ablandando, limpiando, moldeando u horneando y pide entereza y sabiduría para no retrasar el proceso.

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