viernes, 17 de marzo de 2017

LA MEJOR HERENCIA


Son los hijos herencia que da el Señor,
son los descendientes una recompensa.
Salmos 127:3

Anoche me detuve un momento a mirar a mi hijo mientras dormía, en silencio, él descansado y yo simplemente mirándolo. No le estaba pidiendo que hiciera tareas, ni que comiera rápido, tampoco que tendiera su cama o que enjabonara su uniforme, sólo lo observaba, me deleitaba verlo descansar, tan tranquilo, tan quieto, tan relajado y empecé a pensar que a pesar de tantos errores que he cometido como mamá, mayor ha sido la misericordia que el Señor ha derramado sobre él, realmente Dios lo tiene en sus manos y eso me da tranquilidad, en verdad creo que es un regalo de mi Padre y decido disfrutarlo.
Soy una mujer muy afortunada porque en realidad paso mucho tiempo con mi niño pero he empezado a darme cuenta que ya no lo estoba disfrutando tanto, será porque me había enfocado en lo que considero importante, en el afán, en salir a tiempo, en estar listos, en que coma bien; pero he decidido que ya no quiero que siga creciendo y yo perdiéndome su infancia.

Me refiero al deleite de vivir su niñez, a jugar con él, a aprender temas que jamás en mi vida me habían interesado, es buscar las respuestas a sus preguntas de física, de química o de cualquier tema así no me interese ni lo maneje, es aprender de los superhéroes para tener de qué conversar, es leer cuentos infantiles y de aventuras que jamás hubiera tenido en mi biblioteca, es hacer experimentos y ensuciar la casa, es pintarnos la cara así no sea una ocasión especial y lo más importante, es conocer a Dios juntos en el amor y los detalles de cada día.

Mi hijo es mi principal discípulo y quiero responder a esa delegación que el Señor me ha dado y aunque también habrá momentos de disciplina y seriedad, decido hoy que sean más los de sonrisas y diversión, creo que en su corazón quedará grabado que así como su mamá lo ama y ha renunciado a muchas de sus cosas por él, Jesús renunció a ser Rey para venir a salvarlo por amor.

Tal vez no tengas hijos pero piensa qué regalos te ha dado Dios que por los afanes de la vida estás dejando de disfrutar.




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