En consecuencia, ya
que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de
nuestro Señor Jesucristo. También por medio de él, y mediante la fe,
tenemos acceso a esta gracia en la cual nos mantenemos firmes. Así que nos
regocijamos en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios.
Romanos 5:1-2
Tu
fe te ha puesto nuevamente en paz con Dios, debes tener claro que la salvación
no es por obras, tú no podrías ser tan bueno como para alcanzar el favor de
Dios, no es por lo que tú hagas sino por lo que Cristo hizo en la Cruz, eso te
quita un gran peso de encima porque intentar vivir en tus fuerzas para agradar
o para pagarle a Dios solo traerá una carga que es imposible de llevar. En
cambio, cuando aceptas el sacrificio de Cristo a tu favor, esa convicción te
justifica delante del Padre y te permite vivir libre.
Jesucristo
es el mediador perfecto y su entrega fue suficiente, tus obras son solo el
reflejo de lo que el Señor hace en tu corazón pero no son el medio para ir al
Padre. La Sangre de Cristo te acerca a la gracia que debe ser tu esperanza, es
realmente confiar en la salvación real y práctica de Dios, esa seguridad que puedes
vivir día tras día, puedes andar en libertad porque el Hijo te liberó de la
pesada carga que llevabas producto de tu indiferencia a Dios.
Ahora
es distinto, confesar que Jesucristo es tu Señor y tu Salvador es suficiente para
que puedas relacionarte con el Padre, cuando te mire, verá el sacrificio de su
Hijo y se acerca amorosamente porque las cuentas están saldadas, lo que te
separaba de Él ha desaparecido, es hora de vivir tu relación con Dios, acepta
lo que Jesús hizo por ti y clama al Padre, si aún no has declarado que Jesús
gobierna tu corazón es hora de decírselo, ora dando gracias porque Su muerte te
dio vida, vida eterna. Entrégale el control y descansa en su perfecto amor.
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