Hebreos 12:1
Pareciera una contradicción correr con paciencia; el verbo correr indefectiblemente nos lleva a pensar en afán, cansancio, estar apresurados, agitados, pero la Palabra de Dios hoy le da otro uso y así un diferente significado para nosotros. Correr con paciencia es hacer todo lo que está en nuestras manos pero dejando el tiempo y los resultados en las manos de Dios.
Quiere decir que Dios tiene una misión especialmente diseñada para cada uno de nosotros, eso entiendo cuando menciona "la carrera que tenemos por delante", significa que hay un futuro para nosotros, que debemos asumir una actitud frente a los retos venideros, es emocionante saber que no vivimos para sobrevivir, sino que Dios ha diseñado planes para nosotros, no siempre será fácil, habrá etapas que perdamos, tal vez nos caeremos y nos lastimemos las rodillas, sin embargo, tenemos motivos para seguir adelante y es saber que nuestro buen Dios ha diseñado un propósito de vida para nosotros, la decisión es aceptarlo y empezar a vivirlo.
Ahora bien, para correr la carrera es necesario estar livianos, ¿alguna vez le ha tocado correr cuando tiene un montón de paquetes en sus manos y un morral en la espalda? ¿es fácil? ¿avanza ágilmente? No. Lo que nos pesa nos resta fuerza, dinamismo y velocidad, en el plano espiritual y de nuestra relación con Dios es igual, antes de poder avanzar en nuestra relación con Dios y en el cumplimiento de su propósito debemos despojarnos de aquello que nos está impidiendo avanzar, lo pequeño y lo grande, es deshacerse de todo lo que desagrada a Dios, no depender tanto de nuestras emociones, sino del Espíritu Santo.
Quitémonos los zapatos y la ropa incómodos y pongámonos los tenis que pesan menos para empezar a correr con paciencia, veremos como Dios despejará el camino y nos indicará por donde debemos seguir.
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